Nuevos resultados prometedores de dos candidatos vacunales para niños y adultos. Hay varios en las últimas fases de investigación, uno de ellos protege hasta un 87% frente al desarrollo de infección sintomática.
Aunque la pandemia ha mermado su impacto, el virus respiratorio sincitial (VRS) es uno de los patógenos que tradicionalmente sobrecargan el sistema sanitario todos los inviernos.
Principal causa de hospitalización entre los lactantes, el ‘culpable’ de la mayoría de las bronquiolitis infantiles afecta también de manera significativa a los ancianos vulnerables sin que, hasta el momento, se disponga de una vacuna efectiva para frenar su acción.
Hay varias candidatas en desarrollo, muchas con buenas perspectivas. Al anuncio reciente de GSK, que informó de datos positivos iniciales en su ensayo de fase III con su vacuna para adultos, se unen esta semana los prometedores resultados de dos ensayos con otros dos productos que podrían ser útiles frente al VRS. Los detalles se publican en los últimos números de las revistas New England Journal of Medicine y Science Translational Medicine.
«Es un campo muy activo. Esperamos que en un corto espacio de tiempo podamos disponer de vacunas seguras y eficaces», apunta Federico Martinón, jefe de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago, cuyo equipo participa en los ensayos que está llevando a cabo GSK.
El del VRS es un problema de creciente actualidad, continúa el especialista, quien subraya que, tras la llegada del Covid, la realización de pruebas moleculares que, además de SARS-CoV-2, permiten detectar otros patógenos respiratorios habituales, ha destapado que el papel del virus respiratorio sincitial en muchas neumonías es «mucho más importante del que se pensaba».
El trabajo publicado en el New England Journal of Medicine muestra los resultados de un ensayo en fase 2 en adultos con un candidato de Pfizer cuyos resultados son alentadores.
El producto, que se administra mediante inyección intramuscular, se dirige a la proteína F, la herramienta que utiliza el virus para fusionarse con las membranas celulares del epitelio pulmonar. En concreto, se dirige a la configuración prefusión de la proteína, que ha demostrado despertar una mejor respuesta inmunitaria en estudios previos.
Fuente: El Mundo